Cómo enseñar a tu hija a valorarse y no entregarle su corazón a cualquiera

Si eres madre de una niña tienes varias misiones que cumplir con tu hija, y una de ellas es llenarla de amor y confianza, y enseñarle que no le debe entregar su corazón a cualquiera.

Y es que las mujeres debemos aprender desde pequeñas a valorarnos y amarnos, y no hay mejor maestra que una madre para ello.

Muchas veces de adultas cometemos el grave error de darle nuestro amor y confianza a quien no lo merece.

Por eso es vital que le enseñes a tu hija que no debe estar con un hombre que no le demuestre su amor, ni la valore, y mucho menos que la haga sufrir.

Si tu hija crece rodeada de amor, eso la hará sentirse valorada, aumentando su seguridad y confianza.

Además, entenderá que solo merece amor de su pareja, tanto o más del que tú le das, pero nunca menos, así que cuando esté ante un patán sabrá reconocerlo y se alejará de él.

Hablar con ella y aconsejarla

Nada es tan importante como la comunicación entre tu hija y tú, y es que como lo dijimos anteriormente, eres su mejor maestra.

Así que cuando sea la edad, habla con ella, y dale valiosos consejos de amor propio, dejándole claro que se merece a un gran hombre que la valore, y no a cualquiera que llegue.

Da el ejemplo

Las niñas aprenden con el ejemplo, así que dale el mejor ejemplo a tu hija y nunca dejes que tu pareja, sea su papá u otro hombre, te maltrate ni te haga sufrir.

Si ella crece rodeada de amor y viendo lo mucho que te valoras, y que jamás te dejas hacer daño por ningún hombre, ella seguirá el mismo patrón y sabrá que no debe entregarle su corazón a cualquiera.

Enséñale que estar sola no es malo

También es importante que le inculques a tu hija el valor del amor propio y que estar soltera no es malo.

Y es que muchas veces por no estar sola preferimos elegir a cualquiera y nos entregamos a ese hombre.

Pero, si tu hija entiende que estar soltera no es malo, sabrá que solo debe entregar su corazón a alguien que valga la pena, sin importar cuánto tarde en llegar a su vida.

Fuente: Nueva Mujer