Hasta que no crías a tus hijos, no sabes todo lo que debes a tu propia mamá

Éstas palabras son para mi mamá, porque ahora que me he convertido en una, ella sigue cuidando de mí.


Recuerdo el día que te convertiste en abuela. Tu preocupación más allá de si la bebé estaba bien, era por mí, por mis miedos, por mis angustias y en cómo manejaría mi nueva etapa.

Siempre has estado conmigo en las mejores y más fuertes decisiones. Cuando tu corazón se rompía en mil pedazos por que tu niña de 22 años se iba a vivir sola, tú siempre me apoyaste y aunque sé que por dentro morías de miedo igual que yo, jamás dudaste de mí.

Siempre estuviste ahí conmigo cada vez que me rompieron el corazón y en las cosas más simples como ir a comer nuestros tacos favoritos.

Cuando te llamaba, tú con un simple hola sabías que estaba derrotada. No hacía falta más para que notaras que estaba triste, como si fueras un hada madrina.

Ahora que soy mamá, sigues estando más presente que nunca con consejos, ayudándome desde lejos a cocinar y siempre al pendiente de cómo va creciendo tu nieta. Pero sobre todo, de mí, de cómo estoy yo, porque sigo siendo tu niña, sigo necesitando a mi mamá y tú lo sabes.

Porque hoy que estoy a cargo de una vida pequeñita, entiendo todo lo que tú hiciste por nosotras, todo el trabajo que cuesta criar a alguien y todo el amor que hay en cada una de las cosas que hacemos, ése amor que tú tienes por mí y que existió desde el momento que supiste que venía al mundo.

Hoy te amo más que nunca y me siento más amada que nunca por ti.

Fuente: Naran Xadul 

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