Sacrificar todo por tus hijos no te hace mejor mamá, solo te hará quedarte sola 

Muchas mujeres dan todo por sus hijos y aunque sí, son nuestra bendición más grande, olvidan la línea entre hacer todo por ellos y enseñarlos a vivir, les dan tanto que cuando ellos se van, se quedan tristes, vacías y arrepentidas.


Sacrificar todo por tus hijos no te hace mejor mamá, solo te hará quedarte  sola o chantajearlos al grado de hacerlos vivir con culpa para que estén cerca de ti, jamás olvides que para cuidar bien de ellos necesitas estar bien tú. 

Por muchos años nos dicen que las mamás debemos poner en primer lugar en nuestros hijos, que por nuestra decisión de traerlos al mundo estamos obligadas a darles todo y aunque sí, se convierten en nuestra principal responsabilidad y nos cambian la vida, entregarnos a ellos por completo es un error porque llega el día donde deben volar, hacer su camino y entonces nos habremos olvidado de cómo vivir nuestra propia vida.

Es muy extraño, a veces pareciera que las mujeres competimos por ver quién se sacrifica más por los hijos, la sociedad celebra a las madres dedicadas, abnegadas, las que se descuidan física y emocionalmente por dedicarse a cumplir cada una de sus necesidades, pero con el paso de los años nos damos cuenta de que esa no es la receta de la felicidad.

Los niños que siempre tuvieron todo de mamá, que la convirtieron en su sirvienta, su chofer, su cocinera, se convierten -en varias ocasiones- en adultos irresponsables que para todo acuden a su madre esperando que les resuelva la vida, es como si mamá nunca terminara su trabajo de crianza.

En otros casos, hay mamás que sacrifican tanto por sus hijos que asumen o esperan que cuando sus hijos sean adultos dejen todo por ellas, que siempre las cuiden, las procuren, y de cierta manera los hacen responsables de su felicidad, casi como si fueran una pareja, controlan cada uno de sus pasos y hasta les impiden tener una relación sana de pareja, mamá siempre se mete en todo y la culpa impide que el hijo tome sus decisiones.

Una mamá amorosa impone límites por su bien y el de sus hijos

La labor de una madre consiste en criar hijos felices, independientes, útiles a la sociedad, es por ello que a medida que el hijo va creciendo la va necesitando menos, pero esto no quiere decir que la deja de amar, sino que va ejerciendo cada una de sus lecciones hasta convertirle en una madre orgullosa y respetuosa de lo que sus hijos decidan y hagan. 

Toda mamá busca lo mejor para sus hijos, pero también debe tener la inteligencia emocional de reconocer la validez de sus elecciones cuando llega el momento, de celebrar que sus esfuerzos valieron la pena y que a la par, ella cumplió con esa misión divina de la mejor manera, manteniendo su vida, su bienestar, para que cuando sus hijos se vayan, ella pueda disfrutar de otras etapas sin culpa y con plenitud.

No importa si mamá tuvo apoyo de una pareja o si fue madre soltera, una mujer no tiene hijos para que la cuiden cuando sea mayor, no tiene hijos para tener una razón de vivir, no tiene hijos para “cumplir con lo que la sociedad espera”, los tiene consciente de que ellos elegirán su propio camino y ella estará ahí para cuando la necesiten.

Un hijo que vuelve a casa de mamá por amor, por gusto, que se mantiene al pendiente de ella sin chantajes y culpa es el mejor ejemplo de que mamá hizo bien su trabajo. Un hijo que se convierte en un ser útil a la sociedad, de provecho, que forma una familia sana, es la mejor prueba de que mamá hizo todo bien.

Fuente: SoyCarmin

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